Lo Que Creemos

artículos de fe

1. Creemos en un sólo Dios eternamente existente e infinito, el Soberano del Universo. Que Él como Dios es trino en su Ser esencial, revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo. (Mt. 3:16-17; 28:19; II Cor. 13:14; Ef. 2:18; I Pedro 1:2; Heb. 9:14; I Jn. 5:7) 2. Creemos en Jesucristo, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Que Él eternamente es uno con el Padre; que encarnó por obra del Espíritu Santo y que nació de la Virgen María, de manera que dos naturalezas enteras y perfectas, es decir la deidad y la humanidad, fueron unidas en una persona; verdadero Dios y verdadero hombre. Que la razón para venir a este mundo no fue otra que la de redimir al mundo y buscar y salvar al género humano. (I Jn. 1:1-4, 14; Jn. 10:30; Mt. 1:20-21; I Tim. 2:5; Lc. 19:10) 3. Creemos en el Espíritu Santo, la Tercera persona de la Trinidad de Dios. Que está siempre presente y eficazmente activo en la Iglesia de Cristo y juntamente con ella, convenciendo al mundo de pecado, regenerando a los que se arrepienten y creen, santificando a los creyentes y guiando a toda verdad en Jesucristo. (Jn. 14:16-18, 26; 15:26; 16:7-11; I Ped. 1:2) 4. Creemos en las Sagradas Escrituras como inspiración de Dios, como regla de fe y de conducta en la vida del creyente. Creemos que sus libros fueron dados por inspiración divina revelando infaliblemente la voluntad de Dios respecto a la raza humana. (II Ped. 1:19-21; II Tim. 2:16-17) 5. Creemos que el pecado o la depravación es aquella corrupción de la naturaleza que entró en la raza humana por la desobediencia del hombre, entiéndase Adán. Por éste acto de rebelión, todos los hombres están apartados de la justicia y gloria de Dios. Es esta la razón por la cual los seres humanos son inclinados al mal y esto de continuo. (Rom. 3:9-26; 5:12) 6. Creemos en la salvación por medio de la fe en Jesucristo ya que por sus sufrimientos al derramar su sangre y por su muerte en la cruz, llevó a cabo un sacrificio perfecto que es la base única que nos muestra la Palabra de Dios para la salvación de todos los hombres. (Rom. 3:21-26; I Ped. 1:18-21; I Jn. 2:1-2, 1:9; Heb. 11:9-10; Hch. 4:12; Jn. 3:16; I Tim. 2:5; Lc. 2:11) 7. Creemos que Dios le ha dado la capacidad al hombre para escoger entre el bien y el mal. (Deut. 30:19-20) 8. Creemos en el arrepentimiento como parte importantísima para recibir el perdón de pecados y la justificación ya que el mismo es el dolor profundo que se siente por haber pecado. Es el cambio de actitud y pensamiento, es volverse del pecado a la justicia; de las tinieblas a Dios; es volverse de nuestra propia justicia a la justicia de nuestro Señor Jesucristo. Es sentir tristeza por haber ofendido a Dios y apartarse del pecado y comenzar a vivir para Dios. (Hch. 2:38; 3:19; II Ped. 3:9; Hch. 17:30-31; Prov. 28:13; II Cor. 7:8-12; Lc. 13:1-5) 9. Creemos en la justificación como aquel acto judicial de Dios por medio del cual aquellos que ponen su fe en Cristo Jesús, son declarados justos ante sus ojos y libre de culpa y de castigo. (Rom. 3:21-26, 5:1-8, 4:5; Tito 3:7) 10. Creemos en el nuevo nacimiento; es decir, en el acto de la regeneración que es efectuada por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios en la vida del hombre, es ese gran cambio que Dios opera en el alma cuando le comunica vida, cuando la hace resucitar de la muerte en el pecado a una vida de justicia. (Jn. 3:1-15; Tito 3:4-7; I Ped. 1:23; I Jn. 3:9, 5:1-4) 11. Creemos en la santificación por el espíritu en la vida del creyente. Esta la dividimos en tres etapas, todas ella muy importantes: a) Santificación legal – Consiste en el hecho de que somos santificados, es decir, apartados para Dios al aceptar a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Desde ese momento, la Biblia dice que somos santos. (I Cor. 1:2; Heb. 13:12, 10:1-10; Rom. 6:22; I Cor. 6:11; Jn. 17:17, I Ped. 1:2; Apoc.1:5; Hch. 9:32; Rom. 15:25; Ef. 3:18; Heb. 13:24; Fil. 4:21; I Ped. 2:9) b) Santificación de nuestro carácter – Aunque somos llamados santos por Dios nuestro carácter o personalidad es débil e imperfecta, entonces por esta razón tenemos que buscar la santificación en nuestro diario vivir con perspectiva de alcanzar la perfección. (Heb. 12:14; I Ped. 1:15-16; Fil. 3:8; Heb. 6:1; II Cor. 6:14-18, 7:1; Sal. 24:3-6; Sal. 15; Rom. 12:1-2; I Jn. 2:15-17; Apoc. 22:11, I Tes. 4:1-12) c) Santificación completa – La que efectuará Dios haciendo perfectos en espíritu, alma y cuerpo para la eternidad, separándolos para siempre de toda clase de mal. (I Tes. 3:12-13, 5:23-24) 12. Creemos en las tres ordenanzas que le dejó Jesucristo a su Iglesia que son: a) La cena del Señor – Que consiste en un solemne recordatorio del sacrificio de Cristo por nosotros. Consiste en la participación de dos elementos que son representación simbólica del cuerpo y la sangre de Jesucristo, siendo estos el pan y el vino o jugo de uva. El acto de la santa cena expresa nuestra participación de la naturaleza de Dios y de la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (Icor. 11:17-34; Mt. 26:26-28; Hch. 2:42; I Cor. 10:16) b) El Bautismo en las aguas – Esta ordenanza es una representación de la muerte, sepultura y resurrección del Señor. Al ser bautizados estamos declarando nuestra fe en el Cristo muerto, sepultado y resucitado. Y es importante notar que el significado de la palabra bautizar es sumergir. Creemos en sumergir a los creyentes en las aguas para novedad de vida. (Mt. 28:18-20; Mr. 16:15-16; Rom. 6:1-14; Hch. 2:38, 8:12, 36-38, 22:14-16) c) Evangelismo – Esta es una ordenanza que muchas veces se pasa por alto y es el centro de perfecta voluntad de Dios. El evangelismo es la presentación de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo de manera que los hombres puedan llegar a confiar en él como Salvador y a servirle como Señor en la congregación de los santos. ( Mt. 28:18-28; Mr. 16:15-20; Hch. 1:8; Lc. 24:45-47) 13. Creemos la doctrina bíblica de la sanidad divina y exhortamos a nuestro pueblo a poner toda confianza en el Señor y sanador Jesucristo a través de la oración de fe para la sanidad de los enfermos. La sanidad divina es parte integral del evangelio y la salud fue provista para nosotros en el sacrificio redentorio de nuestro Señor Jesucristo. (Mt. 8:16-17; I Ped. 2:24; Stgo. 5:13-15; Ex. 15:26, 23:25-26; Is. 53:4-5; Sal. 103:1-2) 14. Creemos en el bautismo del Espíritu Santo como un acto subsiguiente a la salvación. El propósito del mismo no es otro sino el de investir de poder a los creyentes para el servicio al cual fueron llamados o comisionados por el Señor. Y creemos en la manifestación de hablar en otras lenguas como señal de este bautismo. (Lc. 24:49; Hch. 1:4-8, 2:1-4, 2:38-39, 8:14-19, 10:44-48; I Cor. 12:14; Hch. 19:1-7) 15. Creemos en las manifestaciones sobrenaturales del Espíritu Santo las cuales son de provecho para la Iglesia ya que traen consolación, edificación y exhortación. Estas manifestaciones o dones son por el Espíritu Santo a través de los creyentes. Estos son evidencia de la presencia del Espíritu Santo en la congregación de los santos. Son llevados a cabo en orden y decentemente. (I Cor. 12-14) 16. Creemos en el fruto del Espíritu en la vida del creyente. este fruto es el resultado de una vida entregada a la comunión íntima con Dios y surge en la medida en que se le permita al Espíritu Santo dirigir y ejercer su dominio en el creyente. El producto de esta guianza es la destrucción del poder del pecado y las obras de la carne o naturaleza pecaminosa en el hombre. (Gal. 5:16-26; Rom. 8:5-14; Jn. 15) 17. Creemos en la doctrina del diezmo y las ofrendas, ya que es el método que Dios ha escogido para que los creyentes sostengan Su obra en la Tierra. Es un deber de todo buen creyente compartir las obligaciones financieras de la Iglesia. El hijo de Dios debe ser engalanado con esta virtud de generosidad. Y no hay duda que tenemos que darle crédito al Señor por suplir nuestras necesidades y apartar de esa bendición lo que Él ha señalado que le corresponde. (Deut. 14:22; Gen. 14:17-20, 28:20-22, Mal. 3:8-12; Mt. 23:23; I Cor. 16:1-3, I Cro. 29:11-18; Gál. 6:6-10; II Cor. 8,9:6-12) 18. Creemos en la segunda venida de Cristo, la cual se divide en: a) El arrebatamiento, rapto o traslado de la Iglesia – Se llevará a cabo cuando e Señor desde la nube resucite a aquellos que duermen o han muerto en Cristo y los traslade al cielo juntamente con aquellos que viven hasta su venida. (I Cor. 15:51-58; I Tes. 4:13-18) b) Su retorno visible con sus santos para reinar en la Tierra por mil años. (Apoc. 1:7, 19:11-14, 20:1-6) 19. Creemos que la vida del creyente, para mantenerse firme y saludable física, emocional y espiritualmente conforme a los artículos anteriormente descritos, debe cimentarse en una vida de consagración, oración (alabanza, adoración, acción de gracias, petición e intercesión), ayuno, y separación de las corrientes de este mundo. (Rom. 12:1-2; Fil. 13:7-8; I Tes. 5:23; Sal. 100; Sal 150; Fil 4:6-8; Mt. 7:7, 26:41; Lc. 18:1; Jn. 16:24; Efe. 6:18; I Tes. 5:17; Jn 15:7; II Cró. 7:14; Jer. 3:3; I Jn. 3:22; Stgo. 5:16; Is. 58; Mt. 6:16-18; II Cor. 6:14-18; II Cor. 7:1; I Jn. 2:15-17)